Sobre relatos, cuentos e historias

Espacio dedicado a los textos que le han ayudado a la autora a hacer más leve el tiempo de la vida, el cual suele ser muy largo. Esperando que algún incauto perdido de la red llegue a estas líneas y alimente su ocio,y si hay suerte, quizá hasta le comuniquen algo

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Nombre: Arenita
Ubicación: México, D.F., Mexico

Maestra en Artes Visuales con orientación en Diseño y Comunicación Visual y Lic. en Diseño y Comunicación Visual, por la ENAP/UNAM. Diseñadora gráfica que desde hace años trabaja usando sólo Software Libre en su trabajo profesional. Labora en el sector cultural, social y educativo.

domingo, noviembre 12, 2006

Lucrecia y la iluminación cinematográfica

en el umbral

escrito hace mas de un año... después de una película claro...

Lucrecia, al entrar en el letargo nocturno, añoraba encontrarse en una escena de película, para que por lo menos en sueños se recreara algunos instantes de la cinta que minutos después de haber visto, la habían dejado pensando, inspirada.

Desde pequeña jugaba a ser una de las mujeres del celuloide. Las heroicas y las enamoradas eran sus favoritas, sobre todo cuando a alguna de ellas le bastaban solo dos horas para convertirse en una evolución de sí misma. Y ni que decir de aquellas a las que se les notaban el halo de luz alrededor cuando, sentadas en un parque y con los ojos cerrados, veían el sol interpretado por las hojas de los árboles.

No es que Lucrecia quisiera ser actriz, mas bien le gustaba decirse así misma frente al espejo que no fuera impaciente, y que en algún momento de la vida le tocaría vivir su propia escena clave que cambiaría el curso de la historia directo al emocionante desenlace.

Por desgracia, cuando Lucrecia creció, se dio cuenta que las películas se creaban por una necesidad de los humanos de reflejar en algún sitio sus deseos frustrados: la esperanza de un amor verdadero, la liberación de las ataduras morales, la verdadera emancipación espiritual o un mero cambio de actitud en tan solo 120 minutos. Ella no era la excepción.

Sin embargo, esto no impidió que la joven Lucrecia siguiera concentrándose fuertemente antes de dormir para ver si de casualidad, esta vez tenía suerte y filmaba su propia película al dormir; también siguió actuando frente al espejo.

En estos soliloquios, la mirada furtiva de sí misma la sorprendía y en ocasiones muy trascendentales lograba ver en el reflejo de su imagen el perfecto encuadre que hacía que su cabello se acomodara enmarcando magistralmente su cara, con dos brillos radiantes que iluminaban su discreta sonrisa rodeada por unos labios suaves y admirablemente estéticos; no podía dejar de desear que alguien estuviera ahí, justo en ese momento, para que pudieran mirarla bajo esa misma luz que por ahora, solo ella había podido ver.


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