El ambiente propicio para pensar, cada cosa en su lugar y en su justo espacio, la música a todo volumen, el calor sofocante, el sudor mezclado con perfume, el alcohol, unas 7 cervezas en la sangre bastan y sobran para querer hacerse la filosofa. El rato de soledad, siempre ocurre pasadas las 2. Si hasta parece reglamento, piensas. Ahora te pone feliz que te haya gustado bailar desde pequeña y que no temieras hacerlo sola desde entonces, esa imagen de tu infancia viene a tus recuerdos, ríes, callas, sigues pensando. Se te ocurren cosas, en el momento preciso donde no tienes ni una pluma ni papel a la mano. Bendita tecnología, hasta que el celular sirve para algo más que mandar mensajes sin sentido. Ahora quieres escribir uno y enviárselo, siempre enviárselo. Escribes:
Una vez más intentas ser parte de algo, hablar de cualquier cosa que te haga pertenecer, por fin crees encontrar a la mujer de tu vida. Efímero. Al día siguiente todo desaparece, no eres nada ni nadie entre tantos, lo que te queda es la sensación de un cuerpo cerca , escuchando, de un instante en donde el alcohol te dio el valor de salir de la rutina y ser alguien que no serás jamás, el dolor, sin que lo notes regresará…
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Por que cada vez que mis sentidos se vuelven inmunes vienes a mi mente, Por favor vete, ya no te quiero más, aléjate, déjame pensar en otras cosas, déjame creer que hay sensaciones más intensas que las que puedes provocar
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Como siempre, decides no enviarlos, solo los guardas, uno nunca sabe cuando los puedas necesitar, a lo mejor mañana cambias de destinatario, a lo mejor mañana olvidas, o a lo mejor mañana lo llamas con la mente.
Con dedicatoria
y grados de alcohol en la sangre
